Blog de Ignacio Simal: opiniones falibles, propias y ajenas, abiertas a la conversación no dogmática.

17 mayo, 2010

No era un Crisóstomo


Siempre que escuchaba uno de sus sermones dominicales llegaba a la misma conclusión: el que nos hablaba no era un Crisóstomo. Y con ello no estoy diciendo que no conociera la Biblia y la teología, o que careciera de formación, sino que era monótono y lento en su predicación. Se pasaba por el forro todas las reglas del buen comunicador.  Nunca pude averiguar qué estructura tenía su sermón. Y os aseguro que en esas tardes calurosas de agosto, después de una buena comida, su predicación invitaba a la siesta.

La persona que describo era pastor, pastor protestante. Pero si  bien no brillaba en su prédica dominical, era alguien de summa cum laude en su labor pastoral. Cercano, compasivo, intuitivo, experto en el arte de escuchar y siempre dispuesto a acudir cuando alguien demandaba su compañía. Por ello nunca me extrañó la afluencia de personas, creyentes y no creyentes, a la iglesia que pastoreaba.

No era un Crisóstomo, ni falta que le hacía.

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