Blog de Ignacio Simal: opiniones falibles, propias y ajenas, abiertas a la conversación no dogmática.

18 mayo, 2010

Andanada crítica contra el protestantismo

George Weigel

El pasado 21 de abril George Weigel, el escritor y politólogo católico estadounidense, escribía una carta abierta a Hans Kung en respuesta a la “carta abierta a los obispos católicos de todo el mundo” que éste había publicado y en la que se mostraba tremendamente crítico con el catolicismo vaticano.

 Si bien en muchos sentidos la carta de Weigel es básicamente una defensa del catolicismo más apegado al Magisterio vaticano y producto de una polémica intracatólica que a la mayoría del protestantismo nos es extraña, nos parece muy importante subrayar la carga crítica de profundidad que lanza a través de su artículo contra las iglesias surgidas de la Reforma.

En primer lugar, Weigel acusará al protestantismo de amenazar el diálogo ecuménico y teológico debido al caos doctrinal que le afecta. Es una verdad innegable que el protestantismo no fomenta el pensamiento único en forma de un magisterio vinculante e inapelable entre sus iglesias. Esa es la riqueza del protestantismo en su apuesta por el libre examen de la Escrituras y por la libertad de pensamiento, su apuesta progresiva por la diversidad y por atender de una forma seria y responsable a los “signos de los tiempos”. De todos es sabido que el catolicismo oficial se lleva muy mal con la diversidad de pensamiento, y mucho más con la diversidad de pensamiento teológico.

Los protestantes no ponemos en dificultad el diálogo ecuménico y entendemos que es la teología católica vaticana la que ha puesto esas dificultades al no reconocer a ninguna de las confesiones cristianas originadas en la Reforma del siglo XVI el estatus de Iglesia. Es de conocimiento común la reticencia de la Iglesia Católica a ser iglesia miembro del Consejo Mundial de Iglesias y no pasar de la categoría de institución observadora del mismo. Por algo será.

En segundo lugar, Weigel afirmará que “el proyecto liberal protestante está en pleno colapso por su incoherencia teológica inherente”. Otra vez me refiero a algo consustancial al protestantismo: el respeto a la diversidad de pensamiento y a la conciencia de los individuos  y de las iglesias. El protestantismo no padece ningún tipo de colapso, sino que la realidad de  sus diferentes iglesias son resultado de su apuesta por la Escritura, la libertad y el progreso humano en sus diferentes vertientes. Por otra parte es algo altamente cuestionable que en algún momento existiera un “proyecto liberal protestante” que subsumiera a todas las tradiciones surgidas de la Reforma.

En tercer y último lugar, el autor de la carta abierta a Hans Kung, escribirá que las comunidades protestantes han adoptado una hermenéutica de ruptura con la Gran Tradición Cristiana. Nada más lejos de la realidad, ya que desde los inicios de la Reforma, sus protagonistas apreciaron la riqueza de la tradición eclesial si bien consideraron que la conciencia cristiana está ligada a la Palabra y no a la tradición de las iglesias y ésta última debe situarse bajo la mirada crítica de las Escrituras, y no al contrario. Es más, esa Gran Tradición Cristiana a la que Weigel se refiere –que no es otra sino la tradición catolica y romana-, desde mi perspectiva, entumece y amordaza la libertad a que la misma Escritura nos convoca a través del testimonio teológico diverso que el mismo canon bíblico nos presenta. En todas las tradiciones cristianas, incluida la católica, se da el fenómeno de la continuidad y la discontinuidad (ruptura) con el pensamiento teológico heredado. No existe en mi opinión una Gran Tradición Cristiana, sino tradiciones cristianas más o menos afortunadas.

Si algo debemos aprender, tanto protestantes como católicos, es que ninguna de nuestras tradiciones son autoritativas y vinculantes para el resto. Para llegar a ello necesitamos un poco más de humildad eclesial y teológica para reconocer la validez de nuestros respectivos entendimientos de la fe cristiana. De no hacerlo así repetiremos una nueva versión de la Guerra de Religiones que asoló Europa en siglos pasados. Una nueva versión que tomará la forma de una guerra de teologías y de compresiones de la fe que no utilizará cañones, sino excomuniones mutuas. Y en ello la Iglesia católica, en mi opinión, tiene la mayor cuota de responsabilidad.

¿Para cuándo la Iglesia católica se situará en pie de igualdad ante el resto de confesiones cristianas? ¿Hasta cuándo la Iglesia católica nos seguirá considerando iglesias de segunda o tercera división? Ahí se encuentra el nudo gordiano que pone trabas al diálogo ecuménico y no en otra parte.

Ignacio Simal Camps

6 comentarios:

  1. El Magisterio romano vive preso de su propia compresión de la fe como depósito estático de doctrinas que hay que conservar. Necesita una exposición clara y segura de principios para iluminar a la muchedumbre de los laicos, considerados permanente incapacitados para la autonomía de pensamiento y de juicio, y para enfrentarse a los retos del mundo moderno. Las manifestaciones de los intelectuales católicos defensores de las posturas oficiales, suelen poner de manifiesto su propia necesidad de "doctrinas seguras" y su falta de capacidad para dialogar con lo diverso, lo que refuerza los temores oficialistas sobre los peligros del relativismo contemporáneo.
    Por otra parte, mientras Roma entienda el ecumenismo como un proceso de "redintegratio", como una vuelta al redil, y no como un reconocimiento de la fe común y una recreación de fórmulas de común-unión, ella seguirá siendo el mayor escollo para su desarrollo.

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  2. Estimado Ignacio,
    Felicitaciones por tu blog. Una abrazo
    Diego

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  3. El Cardenal Kasper, comentando la "Unitatis redintegratio"" escribía en el 2004:

    "En consecuencia, se interpreta erróneamente el "subsistit in" cuando se lo considera el fundamento de un pluralismo y un relativismo eclesiológico, afirmando que la única Iglesia de Cristo subsiste en numerosas Iglesias y que la Iglesia católica es simplemente una Iglesia entre otras. Esas teorías de pluralismo eclesiológico contradicen la comprensión de la propia identidad que la Iglesia católica -como, por lo demás, también las Iglesias ortodoxas- siempre ha tenido a lo largo de su Tradición, comprensión que el mismo concilio Vaticano II quiso hacer suya"

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  4. El comentario del Cardenal Kasper es una muestra más del enroque neoconvervador y revisionista de los textos del Vat II, durante los dos últimos pontificados. Hay algo de patológico en una institución cuando la reacción ante la pluralidad de pensamiento y los nuevos desafíos siempre es el repliegue, como ya ocurriera con las definiciones dogmáticas del Vat I como respuesta a las nuevas teorías científicas.

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  5. Daniel Caravaca20 mayo, 2010

    Me parece que este artículo no te lo publicarían en Catalunya Religió

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  6. Daniel, tampoco era mi intención...

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