Delante de las canas te levantarás y honrarás el rostro del anciano. De tu Dios tendrás temor. Yo, Jehová (Lv. 19:32)
“Según la última información publicada por Eurostat, la Agencia de Estadística de la Unión Europea, el mayor porcentaje de pobres en la población española continúa siendo entre los ancianos (28%) mayor que entre los niños e infantes (24%). España, por cierto, es el país de la UE-15 (el grupo de países de semejante desarrollo económico al nuestro) que tiene mayor pobreza entre los ancianos (el promedio en la UE-15 es del 15%), y también entre los niños e infantes”, escribía Vicenç Navarro en el diario Público .
Claro que, a continuación, pensaba en las comunidades cristianas –especialmente en las que pertenecen al ámbito en el que me muevo- y me preguntaba acerca de la condición socioeconómica de los ancianos miembros de nuestras comunidades. ¿Conocemos su situación, sus carencias, su necesidades? ¿No será que algunos de ellos estarán atravesando por un desierto de penuria económica y afectiva? Sus familias, en ocasiones, no se quieren enterar. Y nosotros, la comunidad de fe, les vamos a la zaga.
La calidad humana de un país o de cualquier grupo social –las iglesias están incluidas- se pone en evidencia, entre otros factores, en el cuidado de sus mayores. No nos debe caber la menor duda. De ahí que sea urgente que las comunidades cristianas, de las que ellos son miembros, cuiden de su calidad de vida. No puede ser de otro modo si no queremos que las iglesias en lugar de tener un rostro humano, adquieran un rostro fiero –enmascarado de bondad- que no respeta a sus ancianos. Como escribió Santiago hace unos cuantos siglos, la religión conforme al rostro del Dios que nos mostró Jesús de Nazaret es la que ayuda a sus ancianos en sus aflicciones (Stg. 1:27).
Para finalizar quiero traer a la memoria de mis lectores la figura del “anciano de días” que aparece en el escrito veterotestamentario del profeta Daniel (Dn. 7). Me permito apodarle el “padre de todos los ancianos”. Según el profeta será un anciano el que acabará con todos los imperios de parecer y comportamiento bestial. Será un anciano el que abrirá los libros para juzgar a las naciones. Será un anciano el que nos introducirá en el mundo nuevo, ese otro mundo posible, que todos ansiamos. En la figura del “anciano de días”, permitidme la libertad, se encuentran subsumidos todos los ancianos y ancianas de la historia. Ellos nos introducirán en el mundo fraterno y solidario donde la justicia y la paz se besarán.
Los ancianos nos traerán la sabia libertad y alumbrarán un mundo nuevo. ¡Respetemos y cuidemos la savia de la que se nutre el futuro!
¡Gracias, Ignacio!. Un bonito titulo para un magnífico artículo. Como siempre lleno de sensibilidad y coherencia. ¡La Vida te ha dado un "Blog" especial!.
ResponderEliminar¡gracias por nutrirnos de esta saVia saBia!