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15 agosto, 2010

La formación bíblico - teológica: ¿necesaria?


Texto preparado para un grupo de trabajo sobre la necesidad de la formación teológica (Barcelona, 1997)

0. Introducción
0.0 La situación eclesial no ha cambiado mucho desde los primeros siglos de la era cristiana
Que nuestra situación eclesial no ha cambiado mucho cuando la comparamos con la situación de las iglesias de los primeros siglos es indiscutible. Si no, leamos lo que escribió Nilo de Ancira entre los siglos IV y V de nuestra era:
"Todas las artes requieren tiempo y mucho adiestramiento para su correcto ejercicio; sólo se menosprecia el aprendizaje del arte de las artes. Porque nadie se atreve  a ejercer la agricultura si es un inexperto en la materia y nadie se aplica al arte de la medicina sin antes haber sido iniciado. Este se ganaría el reproche de todos por no estar capacitado para prestar su asistencia a los enfermos más graves, y aquél por convertir una tierra de óptima calidad en suelo árido y estéril. Sólo cuando se trata del culto divino se tiene la osadía de inmiscuirse, sin experiencia y sin guía, en este asunto como si fuese la cosa más natural del mundo. Por eso la mayoría de la gente cree fácil lo que es más difícil de lograr porque exige el mayor esfuerzo, la perfección que Pablo dice no haber alcanzado aún" (Nilo de Ancira, siglos IV-V).
0.1  ¿Analfabetismo teológico?
Pocos, entre nuestros hermanos y hermanas, conocen las tradiciones teológicas de sus propias familias denominacionales. Y son muchos menos los que conocen la teología que distingue a las familias de tradiciones distintas a las suyas.
A modo de ejemplo deseo mencionar una popular frase que he escuchado en diferentes ocasiones: “Los evangélicos no bautizamos niños”. Esta expresión es muy utilizada en el diálogo apologético con nuestros amigos y amigas católicos. En esa afirmación se pone de manifiesto el desconocimiento existente en medio de nuestra realidad eclesial plural. Más bien se debiera decir, la tradición bautista no practica el bautismo infantil y si alguien se hace miembro de dicha tradición se le rebautiza ya que la mencionada tradición no reconoce el bautismo administrado en la infancia. Sin embargo en las tradiciones reformadas, anglicanas, luteranas o metodistas sí que se practica el bautismo infantil y se reconoce el bautismo administrado en otras tradiciones cristianas como, por ejemplo, la Iglesia Católica.
Es más, en muchas discusiones “teológicas” que he presenciado se ha hecho notar una ignorancia tal que todo acabado con la cuestionadora pregunta, ¿y tú eres evangélico..? El desconocimiento de la propia tradición eclesial o de la distinta a la nuestra impide la comprensión y el diálogo con mis hermanos y hermanas que sustentan y razonan teológicamente de forma diferente. Ello es un incuestionable indicador del analfabetismo teológica que desola nuestras iglesias y que milita contra la diversidad teológica del protestantismo abriendo la puerta al sectarismo militante.
0.1  ¿Lectura ingenua de las Santas Escrituras?
Por otro lado encontramos entre nosotros lo que denominaría una lectura ingenua de las Escrituras. Me refiero a ese acercamiento a la Biblia, mal llamado pietista, que opina que cualquier persona puede interpretarla sin la mediación de una, aunque sea mínima, formación que le capacite para entenderse con los textos.
No ignoro el papel iluminador del Espíritu Santo en la tarea hermenéutica, sino que entiendo que dicho papel iluminador actúa utilizando el sedimento formativo que el creyente haya obtenido mediante un estudio serio y paciente la Biblia bajo la guía de un maestro/s o maestra/s de la Palabra.
No podemos hacer de una lectura devocional de las Escrituras, norma vinculante de fe y de doctrina para todos nuestros hermanos –como así ocurre en muchos casos-, y por consiguiente debemos ser serios y responsables cuando abrimos la Biblia en medio de la comunidad cristiana para no caer en la tergiversación de los textos bíblicos.
0.2  ¿Dictadura de la ignorancia bíblico – teológica?
Un experto médico puede ser un profundo ignorante en arquitectura. En el mejor de los casos pudiera tener tal afición a la misma que le hubiera hecho obtener un cierto conocimiento de la misma. Pero ello no le convierte en un elocuente profesor de la misma y nadie le encargaría la construcción de un edificio. Esto que es de sentido común, se convierte en una absoluta falsedad en nuestro contexto evangélico.
El experto psicólogo se convierte en exegeta. El abogado en teólogo. Y ello en el mejor de los casos, pues existen personas que sin ningún tipo de formación son elocuentes expositores bíblicos y pastores del pueblo de Dios. No cuestiono el autodidactismo, pero también se debe reconocer que la competencia exegética y teológica se da en un exiguo número de los mismos.
Esa es la realidad de nuestro panorama evangélico: pocos de los ponentes, de los conferenciantes de nuestros congresos y encuentros poseen una formación bíblica – teológica reglada, haciendo visible nuestra falta de compromiso con la misma y anunciando a los cuatro vientos que para hacer teología, exponer la Biblia o pastorear una iglesia no es necesario el estudio reglado.

1. Importancia de la formación bíblico – teológica
1.1 La formación bíblico – teológica es necesaria para el estudio de las Escrituras y de las tradiciones teológicas del plural pueblo de Dios.
La Biblia como una colección de escritos que se encuentra a distancia cronológica y cultural muy alejada de la nuestra nos exige una formación previa que nos capacite para su estudio e interpretación.
Las diferentes tradiciones teológicas, al surgir en momentos históricos diferentes al nuestro y al articularse, en muchas ocasiones, mediante escuelas filosóficas muy concretas, nos exigen una formación previa para su comprensión y discernimiento.
Una persona sin formación bíblico – teológica previa está expuesta a cometer errores de bulto a la hora de interpretar las Escrituras y cuando pretende articular su tradición teológica o la ajena.
2. La formación bíblico – teológica es necesaria para ejercer cualquier tipo de ministerio en el seno del pueblo de Dios
En medio de nuestras iglesias encontramos diferentes ministerios. Todos ellos necesitan de una formación previa y permanente para su ejercicio.
En la área de la escuela dominical se requieren conocimientos pedagógicos y bíblicos - teológicos para su eficaz realización.
En la área de la predicación se requieren conocimientos hermenéuticos, homiléticos, bíblicos y teológicos para su eficaz ejercicio.
En la área de la pastoral se requieren algunos elementos de psicología y, entre otras disciplinas, una seria formación bíblico – teológica. Y así podríamos continuar hablando de las diferente áreas ministeriales en el seno eclesial.
3. La formación bíblico – teológica es necesaria para un correcto y sano crecimiento de la comunidad eclesial.
La Iglesia no crece integralmente sin la formación de los diferentes ministerios que se realizan en medio del pueblo de Dios.
Los dones / personas que Dios ha dado a su Iglesia deben ser formados de cara a responder desde la fe cristiana a los diferentes retos y experiencias que la vida nos depara.
La Iglesia no crecerá desde las buenas intenciones de los sirven en su seno, sino desde riguroso compromiso con la formación bíblico – teológica y un continuo reciclaje académico.
2. Niveles de formación bíblico – teológica
Nivel catecumenal
  • Por nivel catecumenal entiendo todo el programa educativo de la iglesia. Éste abarca desde la más tierna infancia hasta la adultez plena de los integrantes de la comunidad cristiana.
  • El programa educativo de la iglesia debe responder a una misma filosofía y proyecto comunitario de no querer corre el riesgo de la fragmentación y perder un discurso coherente.
  • Se requiere una constante evaluación crítica del programa educativo que nos hayamos dado.

Nivel ministerial “laico”
  • Por nivel ministerial “laico” significo ese grupo de mujeres y hombres que realizan un ministerio eclesial que no es de “tiempo completo”.
  • Todos estos ministerios necesitan de la correspondiente formación reglada que responda a sus específicas necesidades ministeriales.
  • Ello requiere el aprovechamiento de los cursos y diferentes titulaciones que las escuelas bíblicas nocturnas o de fin de semana proponen.
  • Debiéramos exigir a los que desean realizar algún tipo de ministerio eclesial la formación bíblico – teológica que corresponda como requisito para poder ejercerlo.
Nivel ministerial “ordenado”
  • Por nivel ministerial “ordenado” entiendo cualquier tipo de ministerio eclesial a “tiempo completo”.
  • Si existe algún nivel ministerial que indudablemente exige una formación bíblico – teológica reglada, ese es el ministerio a “tiempo completo”.
  • El ministerio a “tiempo completo” pide una formación bíblico – teológica – humanística de primer orden, si se quiere acompañar pastoralmente al pueblo de Dios en su tarea formativa, evangelizadora, y diacónica.
  • Quiero hacer énfasis en la exigible, necesaria e insoslayable formación reglada para los que aspiran a servir a la comunidad cristiana a “tiempo completo”.


3. Conclusión
He sugerido que la situación de las iglesias en nuestra tierra se puede describir como un estado de ignorancia bíblico – teológica posibilitada por un analfabetismo teólogico y una lectura ingenua de las Escrituras. Creo que esta situación no estimula el sano crecimiento del pueblo de Dios, sino todo lo contrario, la iglesia se empobrece en su calidad existencial y teórica, abriendo así el camino al crecimiento desmesurado de los grupos sectarios.
La importancia de la formación bíblico – teológica reglada nos abre la puerta para el estudio de las Escrituras, la comprensión de las tradiciones teológicas propias y ajenas, el servicio ministerial en el seno del pueblo de Dios y el crecimiento integral de la iglesia.
La iglesia en nuestra tierra debe potenciar la elaboración de programas y espacios de formación que hagan posible la preparación bíblico – teológica en los tres niveles expuestos con anterioridad. Así como la exigencia de pasar por un período de formación suficiente dirigida a aquellos/as que desean realizar algún tipo de ministerio eclesial.


Ignacio Simal Camps

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