Blog de Ignacio Simal: opiniones falibles, propias y ajenas, abiertas a la conversación no dogmática.

11 febrero, 2015

La espiritualidad auténticamente cristiana


"Día a día consultan mi oráculo, desean conocer mis intenciones, como gente que practica la justicia, que no abandona el mandato de su Dios. Me piden que haga justicia, desean la cercanía de Dios" (Isa. 58:2 BTI)

Somos increíbles los que intentamos ejercitarnos en la piedad. Somos capaces de dividir la existencia en compartimentos estancos, incomunicados el uno del otro.

Por un lado, cada mañana, meditamos en los textos sagrados para conocer la voluntad del Dios a quien decimos seguir. Anhelamos la justicia del mundo venidero para el mundo de acá. Imploramos la experiencia de la cercanía de Dios en nuestras existencias. Perseveramos en ello cada día de nuestra vida.

Mientras que por otro, cuando salimos al mundo exterior después de haber leído las Escrituras, y practicado la meditación y la oración, establecemos un divorcio existencial entre lo realizado en el cuarto secreto del alma, y nuestra práctica cotidiana.

A lo hora de vivir el día a día dejamos caer en el olvido lo que hemos visto en el espejo de las prácticas espirituales (Stgo. 1:23). Ya que mientras andamos buscamos nuestros propios intereses, nos movemos entre pleitos y disputas, somos implacables con nuestro prójimo e incluso nos sentimos tentados a perder las formas y soltar algún que otro puñetazo sobre la mesa o en la cara de algún semejante (Isa. 58:3,4). ¡Cuánta mediocridad Dios mío! Pretendemos ser luz, y nos convertimos en tinieblas.

Si tuviéramos un poquito de sensibilidad exclamaríamos con el apóstol Pablo, ¡quién me librará de este cuerpo de muerte! Pero no, nosotros seguimos a lo nuestro, dividiendo nuestra vida en compartimentos estancos.

La auténtica espiritualidad, la única que permite que la luz del Dios de Jesús de Nazaret brille en medio de las tinieblas imperiales, es la que es acompañada de justicia y misericordia en nuestro andar diario. Entonces, a la manera de Jesús, nuestra vida consistirá en un constante "
abrir las prisiones injustas, romper las correas del cepo, dejar libres a los oprimidos, destrozar todos los cepos; compartir tu alimento con el hambriento, acoger en tu casa a los vagabundos, vestir al que veas desnudo, y no cerrarte a tus semejantes. Entonces brillará tu luz como la aurora, tus heridas se cerrarán en seguida, tus buenas acciones te precederán, te seguirá la gloria del Señor" (Isa. 58:6-8 BTI).

La auténtica espiritualidad, toda ella incontaminada por los dioses de este mundo, logrará que los compartimentos estancos en los que hemos convertido nuestra vida se conviertan en vasos comunicantes, posibilitando -aquí, y ahora- nuestra colaboración en la construcción del mundo nuevo de Dios. La auténtica espiritualidad, reitero, cultiva nuestro reducto más sagrado, nuestra alma, y al mismo tiempo lucha a favor de la justicia y la misericordia en medio de nuestra aldea global.

Entonces, solamente entonces, "
el Señor será siempre tu guía, saciará tu hambre en el desierto, hará vigoroso tu cuerpo, serás como un huerto regado, como un manantial de aguas cuyo cauce nunca se seca. Volverás a levantar viejas ruinas, cimientos desolados por generaciones; te llamarán reparador de brechas, repoblador de lugares ruinosos" (Isa. 58:11-12 BTI).

Soli Deo Gloria

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